Alto y espigado, Walter Röhrl causo furor desde que, de la mano de Opel, saltó a la palestra internacional. En 1974, su Opel derroto a los Lancia de Munari y Pinto en el Campeonato de Europa, entusiasmo por su espectacular pilotaje. Parecía como si el coche siempre correría derrapando. Más que sus dos títulos mundiales (fue el primero en lograrlo), lo que impresiona de su palmarés son sus cuatro victorias en el Montecarlo con cuatro coches distintos (Fiat 131 Abarth, Opel Ascona 400, Lancia 037 y Audi Quattro).
“De niño tenia dos sueños. El primero, ser piloto…, pero de helicópteros, y el segundo, ser monitor de esquí, aunque nunca se me había pasado por la cabeza correr en coche”, explicaba. Su primera experiencia le gusto, pero estuvo muy cerca de abandonar las carreras cuando acabo segundo en el Rallye de Baviera, en 1969, y ser descalificado por haber olvidado pasar las verificaciones finales. Si el rallye tiene reglas tan estúpidas, es una tontería perseverar, dijo. Su primera victoria se remonta al Rallye de Weisbaden, sobre un Ford Capri RS semioficial.
Opel se fijo en él y le dio la primera oportunidad: participar en el Europeo de Rallies, que gano a los mandos de un Ascona, en 1974, por delante de los pilotos oficiales de Lancia. Ello le abrió las puertas del Mundial, y en 1975 consiguió su primera victoria, en el Acrópolis. Pero el Opel Kadett que sustituyo al Ascona tuvo graves problemas de confiabilidad, y solo consiguió acabar con una prueba.
Fiat le confió un coche para el Rallye de Canadá, en 1977. Fue el inicio de una colaboración con la que Walter no se sintió totalmente cómodo. La marca italiana protegía de forma especial a Munari, aunque Röhrl consiguió finalmente imponerse en el Campeonato del Mundo, en 1980.
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